Elías Rubio Marcos y su "CAJÓN DE SASTRE"

Recopilación de artículos publicados y otros de nueva creación. Blog iniciado en 2009.

domingo, 15 de marzo de 2015

UNA SIERRA DE AGUA EN QUINTANILLA DE VALDEBODRES



Un alarde de conservación.

Todo por una rueda movida por el agua

Sin academia, sin planos, inteligencia natural

El arte de hacer engranajes con dientes de madera

Volante y sierra, el único jmetal

Carro con cepos para sujetar las maderas que se iban a serrar


FOTOGRAFÍAS: Sierra de agua en Quintanilla de Valdebodres (Tomadas en marzo de 2015)

Decir sierra de agua debe ser lo mismo que decir sierra hidráulica. Como “sierras de agua” las encontramos citadas en documentos y libros antiguos, mientras que lo de “hidráulica” parece más un cultismo de última hora. Si seguimos el Diccionario de Pascual Madoz veremos que allá donde se relacionan estos artefactos se dice sierras de agua. Y así vamos a llamar a la que, en día reciente, descubrimos en Quintanilla de Valdebodres.

Ya lo he dicho en anteriores ocasiones, la nunca suficientemente ponderada "rueda hidráulica", con su tosco y estruendoso girar, movió los más dispares artilugios y complejos fabriles que precedieron a la era industrial. Molinos, batanes, norias, mazos, martinetes, sierras de agua, aserraderos, primeras fábricas de luz, etc., fueron accionados por la gran rueda, en un principio de madera y después de hierro. Es difícil encontrar un salto de agua en Burgos que en su día no fuera aprovechado para cualquiera de los artefactos mencionados, y son muchos los saltos de agua existentes en esta provincia. Pero su época de gloria pasó, el vapor y la electricidad hizo que cayeran en el olvido, las ruedas de madera se pudrieron y las de hierro el orín se las llevó. ¿A todas?, no, a todas no. En 1993 escribí notas de una sierra de agua que por entonces sobrevivía en Aldea del Pinar, en un edificio que hacía a la vez de molino harinero. Pedía entonces la restauración del conjunto, pero no sé qué habrá sido de él. Años más tarde, en 2013, guardamos en este Cajón de Sastre otra sierra de agua que funcionó en el molino de Escuderos.

La sierra de agua de Quintanilla no fue un aserradero industrial, como los muchos que hubo en tierras de pinares, sino más bien una oficina particular creada para la autosuficiencia de su constructor (aunque esporádicamente llegara a atender en ella encargos puntuales de ajenos, como la elaboración de ataúdes para vecinos fallecidos y alguna otra  urgencia). Su constructor, Félix López, padre del laureado inventor José Luis López Gómez, debió ser una de esas personas de inteligencia natural que no necesitaron pasar por universidades para desarrollar con ciencia los oficios que le eran necesarios en el medio natural en el que vivía. Aprovechando el torrente salido de una cueva en el mismo pueblo, Félix, con su sola intuición y la ayuda de un rodete de hierro movido por el agua, llegó a construir, hacia 1925, una sierra con todos los útiles necesarios para su funcionamiento. Entrar hoy en esta oficina de sierra es sumergirse en la noche de los tiempos, en un reino inventivo donde la madera domina el espacio, donde ejes, engranajes y correas cuentan cortes y aventuras pasadas. Es una suerte que la familia haya conservado este singular museo, y que nos lo haya mostrado. Gracias.    


Sierra de agua en Escuderos


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